
Función:
Jueves 6, 20 hs | Auditorio Nelly Goitiñio | Sodre (Montevideo)
A cien años del nacimiento de Antonio Larreta, ¿por qué “Las maravillosas”?
Este año es sumamente particular para la cultura uruguaya, por los aniversarios redondos. En marzo, tuvimos los cien años de la gran China Zorrilla, a quien estará dedicado el Día del Patrimonio. En agosto, los cien años le llegarían a Carlos Maggi, una figura señera de la dramaturgia. En setiembre, a un pionero en muchos sentidos como Rubén Castillo, en el teatro y en los medios de comunicación. Y en diciembre, más precisamente el 14, a Antonio Larreta. Taco Larreta, como le llamamos muchos. Taco fue una suerte de hombre universal. Actor, director, dramaturgo, guionista, novelista, constituyó una figura intelectual de primer orden, tanto a nivel local como a nivel internacional, en especial en España. Un maestro, quizás sin quererlo. Un referente indudable del medio que debutó como autor en la Comedia Nacional, hizo una extensa carrera como actor y director, fundador del Teatro Ciudad de Montevideo y, luego de su largo tiempo en el viejo continente, donde brilló en particular en cine y televisión, retornó al Uruguay para instalar autores fundamentales como Koltès o Kushner, fundó Teatro del Sur y se mantuvo activo hasta su alejamiento de las tablas y del cine en “La ventana” de Sorín. Íntimo amigo de China, por momentos fueron casi inseparables, un dúo que supo dar sonoros éxitos a la escena local. Creo firmemente que es justo recordar a Taco en sus cien años, con la convicción de que ha sido algo olvidado por las nuevas generaciones. Y como dramaturgo, desde aquel debut en la Comedia, supo generar otros títulos, incluso polémicos, como “Juan Palmieri” y en este caso, “Las maravillosas”, escrito especialmente para cuatro actrices del elenco oficial en los años noventa.
“Las maravillosas” es un entramado que se nutre de otros textos, de otras épocas, de otro Uruguay, pero que tiene un sello de calidad que parte de sus personajes reales o ficticios, que son retomados, reencarnados y con una sutil reescritura en esas cuatro presencias caleidoscópicas que empiezan con la época de la Colonia y avanzan hacia el siglo XX. En el camino, estas “maravillosas” luchan, se enamoran, se desilusionan, desafían, se rebelan, se defienden y comparten una visión de la mujer uruguaya que va más allá de sus propias historias. Desde las mujeres de las que habla Hudson hasta la Cata de “El combate de la tapera”, desde las esclavas que asesinan a una patrona feroz, casi demoníaca, hasta la desfachatez de una Blanca Luz Brum. Son todas, a su manera, con sus luces y sus sombras, mujeres maravillosas en algún sentido. O excepcionales. Que se adelantaron a su tiempo o que supieron colocarse en el espacio que los hombres no les permitían. La muerte las persiguió sin tregua, la sociedad las juzgó sin piedad, la rebeldía las volvió necesarias, complementarias y fascinantes. Las cuatro actrices van trabajando, en forma coral o individual, estas criaturas que oscilan entre la transgresión y la asimilación al sistema, pero siempre en algún momento, asoma la exigencia de ser ellas mismas, auténticas, audaces, capaces de exponer sus pasiones a pesar de la doble moral de su época, dispuestas a aceptar las consecuencias de sus actos, con el derecho innegable a construir su propio destino, por más que el medio las quiera combatir o derribar.
“Las maravillosas”, además de un homenaje a Taco, es un homenaje a la mujer y a la actriz. Es el retrato complejo de una sociedad que exhibe sus contradicciones y que se nutre, en esos actos que va armando el autor, de una paleta casi infinita de personalidades, climas e instancias de sensibles retratos que transitan la crueldad, la soledad, la valentía, el desafío, la ternura, la pasión y el humor. En estos tiempos tan revueltos, retomar este texto es también espejar otros tiempos revueltos. El Uruguay a través del universo femenino que incluye la poesía, la alegría, la guerra o la muerte, pero con la firme decisión de marcar a fuego su lugar en la pequeña o gran historia.